¿Será que el estereotipo antisemita sobre los judíos, que son un factor contaminante se originó en relación al intérprete judío Luis de Torres, quien es en gran parte el responsable por la llegada de los primeros cigarros a Europa? No, no tiene nada que ver. Los antisemitas modernos les atribuían a los judíos la culpa por las infecciones epidemiológicas y, al mismo tiempo, los efectos del tabaquismo aún no se habían descubierto. Aun así, en la historia del tabaquismo, Luis de Torres tiene un lugar privilegiado en la adicción de Europa al tabaco. Afortunadamente para nosotros, el uso de la quimioterapia también la inventó un judío, Sidney Farber, así que de alguna manera estamos equilibrados.
La historia de Luis de Torres tiene que comenzar con su jefe, el más famoso capitán de la historia y el único hombre que realmente ha descubierto América: Cristóbal Colón. El lugar: España. El año: 1492. El Rey Fernando y la Reina Isabel firman dos fatídicos documentos. El primero, firmado el 31 de marzo, fue la famosa orden de deportación que exigía que todos los judíos que no se convirtieron al cristianismo, abandonen el país hasta el 31 de julio. El decreto, emitido a fines de abril, les dio a los judíos sólo tres meses de plazo para abandonar la Península Ibérica. La mayoría de los judíos, alrededor de doscientos mil, lograron irse hasta el 2 de agosto – Tishá BeAv, según el calendario hebreo.
El historiador Charles Halperin, basado en evidencias de la época, describe así los últimos días de la expulsión: “Los camino a los puertos y a las fronteras, se llenaron de una multitud de personas, jóvenes y viejos, enfermos y cojos, y niños de todas las edades – en su mayoría a pie, los más afortunados con una carreta, unos pocos con sus bultos sobre caballos y mulas”. Halperin añade: “Hasta el último momento trataron los sacerdotes de persuadir a los judíos de aceptar el bautismo. Los rabinos, por su parte, animaban a los agotados y desesperados caminantes, y mientras avanzaban las columnas humanas, las mujeres y los niños cantaban para darles ánimo a los peregrinos. Al llegar, finalmente, a la costa, lloraron y rezaron por un milagro que cambiara su trágico destino. Durante horas y más horas deambulaban por los puertos, pero el milagro no se produjo. Desde el momento que subieron a los barcos, fueron saqueados, asesinados, vendidos a los piratas como esclavos, abandonados en las playas y muchos países se negaron a recibirlos”. Hasta aquí, las implicaciones del primer documento.
El segundo documento crítico firmado por el rey y la reina, se firmó el 17 de abril, y su contenido significó la aprobación de un proyecto pretensioso, que proponía encontrar una ruta marítima occidental para llegar a Asia. Al frente del proyecto estaba Cristóbal Colón, un capitán de origen italiano, o al menos así lo declaró él mismo. Colón zarpó del puerto Palos de la Frontera el 3 de agosto, un día después de la partida del último de los judíos. La coincidencia de las fechas de la expulsión y el comienzo del viaje, encendió la imaginación de muchos historiadores, principalmente judíos. Insistieron, basándose en hallazgos y conjeturas, que el propio Colón era de origen judío, y que el propósito de su viaje hacia el oeste era encontrar un lugar de asentamiento para sus hermanos, los judíos expulsados de su patria.
No entraremos aquí en la polémica académica sobre los orígenes de Colón y los verdaderos motivos de su proyecto. Al menos no esta vez. Los historiadores e investigadores han gastado bastante pólvora sobre el tema. En un aspecto no hay discusión: el círculo de allegados a Cristóbal Colón era de origen judío. Los más prominentes fueron Luis de Santángel, que fue quien financió el primer viaje de Colón; Gabriel Sánchez, que era el tesorero general del reino español, y también el principal intérprete del viaje y el héroe de nuestra historia: Luis de Torres.
Con la publicación de la orden de deportación de los judíos, Luis de Torres se convirtió al cristianismo para salvase. De Torres, quien dominaba el hebreo, el arameo, el árabe, francés, el español y el portugués, fue traductor del Gobernador de Murcia, y éste cedió el talentoso hombre a Colón, quien buscaba con ahínco un traductor profesional que lo acompañara en su larga travesía. Colón estaba convencido durante todo su viaje que se dirigía a los países del Lejano Oriente. Estimó que el conocimiento de Torres del idioma hebreo le ayudaría a establecer contacto con los mercaderes judíos residentes en Asia. Esta idea allanó el camino para que el intérprete judío participe en el viaje más famoso de la historia de la humanidad.
Tres meses después, el 2 de noviembre de 1492, el barco “Santa María” se detuvo cerca de las costas de una gran isla, actualmente Cuba. La historia cuenta que Colón envió a Torres y a otro marinero español llamado Rodrigo de Jerez, a explorar el interior de la isla. Los dos pasearon durante muchos días recorriendo el terreno y fueron recibidos amablemente por los nativos, quienes también les mostraron cómo “quemaban” el tiempo, literalmente, “fumando hojas secas que huelen a algo especial”. Las hojas, explicaron los lugareños, se colocan sobre hojas de palma y se secan hasta que parezcan papel. Luego lo encienden y respiran el humo que proviene de ellas. Torres experimentó fumar el tabaco y fue, probablemente, el primer europeo en fumar un toscano. El tabaco le gustó tanto a él como a su compañero de viaje, y cuando ambos regresaron a la nave, trajeron consigo muchas muestras de dichas hojas.
Colón dio por terminado su viaje y regresó a España en 1493. Torres y otros 38 españoles de este primer viaje decidieron quedarse en tierra, en lo que fue el primer asentamiento establecido por los españoles en América: El Fuerte de la Navidad, en la isla de La Española (Hoy, Santo Domingo). A partir de ese momento, se perdieron las huellas de Torres. Las leyendas que se tejieron a su alrededor, sin embargo, son muchas y variadas. Algunos dicen que las primeras palabras pronunciadas por Luis de Torres en América fueron en el idioma hebreo; otros creen que Torres se convirtió en un hombre rico en el Nuevo Mundo, y en algunas fuentes incluso le atribuyen el descubrimiento del pavo.
¿Y qué pasó con el tabaco? Después del regreso de Jerez a España con el tabaco que él y Torres habían traído al barco, Jerez honró a sus amigos y vecinos con la extraña hierba. La noticia llegó a la autoridades de la Inquisición, quienes determinaron que “sólo el diablo puede darle a una persona la capacidad de echar humo de su boca”, y condenaron al marino español a siete años de prisión por fumar hojas secas, probablemente el máximo castigo jamás impuesto por fumar cigarrillos. Pero nada les ayudó. El fumar tomó rápidamente impulso y se extendió como fuego en un campo de tabaco por toda la península. Al principio, fue España que se volvió adicta al tabaco. Más tarde se expandió por toda Europa.